jueves, 14 de febrero de 2008

REVOLUCIÓN INFORMÁTICA


Por más de 200 años la economía mundial se sustentó en un aparato industrial en permanente expansión y perfeccionamiento técnico que logró grandes avances: de 1800 a finales del siglo XX la población mundial pasó de poco más de 900 millones de personas a 6 mil millones, un crecimiento nunca antes visto, debido en buena medida al progreso de la medicina y al aumento de la productividad en todos los campos de la economía. En un lapso histórico tan breve se tuvo un gran avance en materia de educación. Se logró que más de la mitad de los habitantes del planeta fueran a la escuela y aprendieran a leer y escribir, mientras que a principios del siglo XIX sólo una minoría tenía esa habilidad. El número de universidades e institutos de estudios superiores se multiplicó exponencialmente y se crearon decenas de nuevas carreras. En síntesis, el conocimiento de la humanidad se multiplicó varias veces. Todo ello gracias a una sociedad industrial mantenida en movimiento principalmente gracias al poder de la electricidad y el petróleo.
En los últimos años del siglo XX la difusión masiva de las tecnologías de la información y las comunicaciones han generado la llamada revolución informática que ha dado origen a una nueva época que se conoce como sociedad de la información. El motor que impulsa la economía pasa de ser los combustibles y la electricidad a ser la información. Para comprender cómo sucedió esto, detengámonos por un momento en algunos acontecimientos clave de los últimos 30 años.
Telecomunicaciones a escala global. A lo largo del siglo XX algunos de los inventos más importantes de las primeras etapas de la era industrial, como el telégrafo y el cine, evolucionaron, se diversificaron en otros medios como el teléfono o la televisión, y se popularizaron, convirtiéndose en importantes canales de comunicación. Sin embargo, no es sino a partir de la década de los setenta que su alcance se amplía a nivel global y su cobertura se expande a todos los rincones. Los avances en la tecnología de satélites hicieron posible que la televisión se convirtiera en un medio mundial de comunicación. En 1969 se estableció la primera red global de telefonía y en la década de los años noventa el uso del cable de fibra óptica, elevó exponencialmente la capacidad de las redes de telefonía. A finales del siglo XX el mundo contaba ya con una sólida red global de telecomunicaciones que han hecho del mundo, un lugar más pequeño.
Nace la microcomputadora. Después de una larga cadena de inventos y descubrimientos, en 1971 se creó el microprocesador, artefacto llamado a generar profundos cambios en la sociedad. En 1975, aparecen las primeras computadoras personales como máquinas de escritorio que hacían uso de él como su unidad central de procesamiento. Estas microcomputadoras, mostraron ser tan útiles y versátiles que desde entonces, se utilizan en una gran diversidad de actividades humanas. Esto se ha visto favorecido por la reducción de su costo. Cabe señalar, la ley que observaba Gordon Moore (fundador de Intel, la empresa fabricante de microprocesadores más grande del mundo), indica que su potencia se ha duplicado y su precio disminuido a la mitad cada 18 meses, Es así como las computadoras personales se han convertido en las herramientas características de nuestra era.
Un sistema económico global basado en la información, su procesamiento y comunicación. A partir de la década de los años setenta, las economías de los distintos países iniciaron un proceso de globalización que dio lugar a una nueva dinámica del sistema económico mundial, en el que los países son cada vez más dependiente de lo que sucede en los otros. Este proceso de globalización económica ha permitido la vinculación de mercados de productos y servicios de diferentes países. Las empresas que participaron en las cadenas de producción provienen de varios países, esto ha generado nuevos retos y grandes oportunidades a la compañías que han sabido enfrentarlos.
La competitividad. A su vez, la globalización introdujo modificaciones esenciales en la naturaleza de la economía. Por ejemplo, cambió las reglas de la competencia: para subsistir en un mercado que se extiende a lo largo y ancho del mundo con una infinidad de variaciones y características, las empresas necesitan ser muy flexibles para adaptarse a las condiciones de cada lugar, y además de creativas y ordenadas para poder establecer alianzas comerciales y redes de compra, procesamiento y venta de materias y mercancías. El factor central de éxito, en este caso, es la capacidad de obtener y procesar toda la información de manera casi instantánea. Ésto les permite identificar oportunidades de nuevos mercados, coordinar a las distintas unidades de producción, controlar los inventarios, y conocer lo que está haciendo la competencia. La información de esta manera, se convierte en un recurso estratégico gracias a que puede ser generada y procesada por computadoras y transmitida a través de las redes de telecomunicaciones.
La productividad. Para que las empresas sean exitosas y tengan una mayor competitividad, la globalización las ha obligado a aumentar su productividad: deben producir un número cada vez mayor de bienes y servicios a un costo siempre menor y han alcanzado esta meta optimizando sus procesos gracias al potencial que ofrece esta tecnología para manejar la información: la espina dorsal de las grandes compañías está formada por redes de computadoras y dispositivos de telecomunicación que hacen más eficientes y expeditos todos sus procesos, desde los administrativos hasta los de producción. En este caso como en la competitividad, el recurso estratégico es la información.
En síntesis, la globalización ha fomentado un sistema económico dominante que tiene en el procesamiento y la comunicación de información su factor estratégico, dejando atrás el viejo esquema económico industrial que giraba en torno al dominio de las fuentes de energía. Hoy, todos los ámbitos de la economía se han visto afectados de manera indirecta o directa por el uso de las microcomputadoras y las telecomunicaciones.

REVOLUCIÓN AGRÍCOLA

Por cientos de miles de años la humanidad vivió en grupos nómadas que se alimentaban de la caza, la pesca y la recolección. Sin embargo, hace alrededor de 10 mil años, el hombre aprendió a cultivar alimentos y a criar animales, ocasionando una verdadera revolución en la estructura social: las personas dejaron de desplazarse para establecerse en pequeñas aldeas que fueron la base de la civilización.
La sociedad agrícola. A partir de ese momento las creencias comenzaron a cambiar, aparecen las religiones, que eran cuerpos de creencias inexistentes hasta ese entonces: Las estructuras de organización más simples como la tribal, poco a poco dieron paso a gobiernos y reinados. La vida de las personas se rigió por los ciclos de la siembra y la cosecha, lo que se reflejaba en las fiestas dedicadas a sus dioses, sus ceremonias y costumbres y su idea de la vida en general. Esta sociedad, profundamente arraigada al campo, evolucionó a través de varios siglos hasta la siguiente revolución social, provocada por la máquina de vapor.
Hasta hace apenas unos 200 años, la organización social se estructuraba en torno a la agricultura, pero algunas circunstancias de gran importancia habían cambiado y estaban por dar paso a un nuevo tipo de civilización. He aquí la cadena de sucesos.
Una tierra redonda. Se descubrió que el planeta era redondo y que tenía continentes hasta hacía poco desconocidos. Estos descubrimientos dieron cabida a una época de exploraciones, conquistas y colonizaciones que estimularon el comercio internacional y la producción de bienes.
Más gente. En segundo lugar, mejoras importantes en la agricultura que hicieron más productiva la explotación agrícola de la tierra, como la rotación de cultivos, y una larga etapa de bonanza económica en los países europeos, provocaron que la población creciera rápidamente generando de esta manera más trabajadores que los que podían ocuparse en el campo. Estas personas se trasladaron a las pequeñas ciudades llamadas burgos, en busca de empleos.
El resultado. Todo esto configuró una situación favorable a la producción de bienes que lleva gran crecimiento de los pequeños burgos que se dedicaban a la manufactura. En los talleres se dio empleo a buena parte de los desplazados del campo, y así se conformó el nacimiento de las sociedades urbanas propias del capitalismo.
La máquina de combustión interna.En estas circunstancias se desarrolló la primera máquina de combustión interna. Al principio funcionó con carbón y más adelante con petróleo y sus derivados y después con electricidad. El empleo de máquinas en la producción resultó tan conveniente que a partir de ellas se comenzaron a hacer cambios profundos en la organización de las fábricas, como la división especializada del trabajo y la producción en serie. Más adelante estos cambios repercutieron en la estructura de la sociedad misma, sus ciudades y sus leyes. Para darnos una idea del poder de la máquina, baste recordar que a fines del siglo XIX, 100 años después de su introducción en Inglaterra, la productividad por habitante había crecido cerca de un 400 por ciento.
Una nueva sociedad. Con la revolución industrial la sociedad dejó de girar en torno a la agricultura y el ámbito rural para dar paso a una civilización urbana, en torno a las ciudades, con la fábrica como institución predominante. La sociedad funciona desde entonces de acuerdo a los ritmos de la producción industrial y las jornadas laborales. El trabajo se mide con base al reloj, las fiestas y celebraciones que tienden a dejar atrás sus significados agrícolas, para centrarse más en el consumo y dar satisfacción así a sistemas de producción cada vez más exigentes. Con la revolución industrial la sociedad cambia de manera muy dramática, generando una era de extraordinarios progresos y nuevos retos en todos los campos de la actividad humana.